Decir que Ren Erin Gill es un rapero sería quedarse muy corto. Si bien este artista independiente británico emplea el rap como formato predilecto para expresarse musicalmente, lo cierto es que es un virtuoso musical que domina diversas disciplinas, como la guitarra y el piano, además de ser capaz de cantar lo que se le ponga por delante, con una cierta debilidad por el raggae. Y cuando decimos que domina no nos referimos a meros acompañamientos a un verso rapeado, sino a verdaderas piezas que, junto con sus letras profundas y llenas de intención nos abocan a afirmar que, de haber nacido en otra época, sería un verdadero renacentista o un revolucionario irredento.
La historia de Ren, a secas, como se le conoce artísticamente, no se nada fácil ni agradable. A los 17 años fue diagnosticado de esquizofrenia erróneamente. En realidad padecía la enfermedad de Lyme, una condición transmitida por la picadura de una garrapata, algunos de cuyos síntomas pueden conducir a un diagnóstico erróneo, como acabó siendo el caso. El tratamiento inadecuado empeoró sus problemas, produciendo un déficit autoinmune del que aún hoy se está tratando en Canadá. Medicado por un "sistema depredador", Ren llegó a oír voces en su cabeza, a la par que unos dolores insoportables y un terror a salir de casa que le marcaron de por vida. Afortunadamente, dieron con el problema y ha ido saliendo del pozo, no sin un bagaje de experiencias terroríficas a sus espaldas que ha sabido convertir en combustible para su nada inocuo arte.
Otro quizá se hubiese pasado el resto de su vida lamiéndose las heridas, pero Ren nunca fue una persona conformista. Al contrario, como persona y artista es alguien muy observador de la realidad que lo rodea y desde siempre ha utilizado su arte para transmitir contundentes mensajes de denuncia de las taras del sistema. Tanto es así que se dio a conocer masivamente en internet por el vídeo de la canción Hi Ren, toda una opereta que desentraña los problemas de la salud mental y las voces que tratan de destruirnos desde dentro. Con su magistral dominio de una guitarra y una feroz letra rapeada, solo ha necesitado una silla de ruedas y tres paredes para dejar noqueados a sus nuevos y no tan nuevos seguidores.
Lo mismo ocurre con otros trabajos denuncia, como Sik Boi, donde pone en solfa la tendencia de los sistemas de salud que promueven la medicación por la medicación para tratar las enfermedades mal diagnosticadas; Suicide, donde emplea las nuevas tecnologías de IA para generar vídeos disruptores e ilustrar sus demonios internos, la pérdida de amigos por suicidio y el propio flirteo con la idea de arrebatarse la vida; o la trilogía Money Game para denunciar la deriva ultracapitalista de las sociedades occidentales en detrimento de una vida más respetuosa y sostenible.
El denominador común de sus vídeos es el empleo de una imaginería violenta y contundente, salpicada de referencias a la cultura pop, con la indisimulada intención de no dejar impasible a ningún espectador. Su narrativa no se queda, pues, en lo musical, sino que lo acompaña con una apuesta visual muy ambiciosa y dotada de lenguaje propio, casi siempre comparable con una patada en el estómago que te quiere dejar sin aliento mientras reflexionas en sus mensajes.
Ren también se empodera, presumiendo de que es un dotado de la lírica urbana y el rap de alto voltaje. De hecho, pocas veces he visto a una persona capaz de poner en escena su increíble cadencia vocal con tanta y tan estudiada maestría. Vídeos, insistimos, que muchas veces son rodados en una sola secuencia, con mucho que decir y donde nada se deja al azar o a la mera coincidencia. Ren es un obseso del detalle y sus obras parecen cortos donde se estudia cada enfoque, cada ángulo y cada toma. La escenografía habla tanto como sus canciones. Esto queda especialmente patente en su trabajo Animal Flow o Down on the Beat, donde juega como quiere a lomos de un agresivo sonido techno sirviéndose de unas animaciones potentes y fluidas, o Money Game Part 3, donde solo le acompaña un piano en una historia que podría parecer una película comprimida para rematar su denuncia de la lacra de las sociedades adictas al dinero como fin en sí mismo.
Ren es el ejemplo del músico hecho a sí mismo desde la excelencia y el buen gusto. Es un maestro de la narrativa a sus 33 años, y derrocha una cultura que no duda en poner al servicio de su obra desde las letras de sus canciones, hasta sus más ambiciosos experimentos audiovisuales para ponerla a nuestra disposición. Ren debería estudiarse como el fenómeno ácrata que nace dela pura aceptación de internet, soberano de sus ideas y delicioso perpetrador de sus trabajos. Ren, por mucho que a muchos el rap no les guste, es un maestro y la viva demostración de las maravillas que se pueden crear con unas ideas claras y el dominio de la música y el cine desde sus facetas más sutiles hasta sus vertientes más provocadoras y políticamente incorrectas.
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